domingo, 11 de enero de 2015

Maldita gentrificación

Barrio del Born (FOTO: BCN.CAT)
Aburguesar una zona degradada. A eso los ingleses lo llaman "gentrification" y en España, como no podía ser menos, hemos adoptado el concepto. Y a lo grande, de forma que algunas ciudades tienen visos de convertirse en una gran gentrificación. De ahí que las capitales mundiales se parezcan cada vez más.  La conversión de un barrio humilde en un asentamiento bohemio primero y en una zona acomodada después no es nueva. Un ejemplo de ello es el barrio de Bloomsbury, que dio nombre a un grupo de intelectuales liderado por Virginia Woolf. Esta escritora, procedente de una aristocracia venida a menos que residía en el exclusivo barrio de Kensington, se trasladó a principios del siglo XX a Bloomsbury, próximo al Museo Británico. Y como ella, muchos artistas, escritores y diletantes londinenses.
En Malasaña, en Madrid, ocurrió algo parecido, mientras que en Barcelona, está el Born, en la actualidad uno de los polos turísticos de la ciudad más importantes, pero que antes de que el Ayuntamiento procediera a su reorganización, era un amasijo de viviendas insalubres que rodeaban  un antiguo mercado. Renovado como foco cultural y bohemio, el Born es hoy una zona cara, llena de restaurantes y terrazas que provocan las quejas de los vecinos de toda la vida. Y es que uno de los denominadores comunes de esos barrios remozados es el descontento que despierta entre sus residentes. Así ha ocurrido en El Cabanyal, en Valencia, o en Malasaña, en Madrid. Volviendo a Londres, artistas y vecinos del Soho denuncian la especulación inmobiliaria y reclaman volver a las esencias canallas de este barrio. 
Otros se adaptan al sistema especulador y utilizan sus viviendas como inversión. Nacen los llamados "pisos turísticos", donde conviven en régimen de alquiler un número considerable de estudiantes y/o visitantes extranjeros que, en lugar de pernoctar en un hotel, desean integrarse en el barrio. En ocasiones mal, porque, tal como ocurrió en el barrio de la Barceloneta, el incivismo acompañó a esos inquilinos transitorios.

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